He nacido del útero del mundo. Me he expulsado como un estallido de sangre que mana agreste desde su centro. Soy un ser febril que ha desgarrado, a su paso, la tierra por dentro.
Mi voz es el fragor de sus placas y mi latir bombea el magma que se desboca bufante por mis venas.
Jadeo.
Estoy hambrienta, yo que me alimenté con mi propia placenta y mi cordón umbilical ya no me ata. Siento en la textura fanética de mi piel, la voracidad salvaje de la vida.
Se me ha otorgado, como don, la perpetuidad de la pasión y vengo de las cenizas a hacer un pacto de sangre.
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