Hace tiempo observo que me extravié en el vacío de tu mirada insomne
y me descubrí entregándome a la opacidad de tus ojos;
quedé cautiva en el cementerio de tus sueños estériles,
ahora me alimento del laberinto de tus palabras y ensoñaciones.
Te bebo hasta embriagarme con tu pólvora
para ser bala e incrustarme en tu piel,
vivo entre la espera y la expectativa de tu enigmática existencia
por si encuentro mi reflejo implosionado en algún resquicio de tu boca
o una caricia olvidada en el delirio fragmentado de tus penas.
Estoy abierta a ti, a respirar de tu esperma por los poros y volver a nacer
para saborear olor que emite el calor de tus placeres
y sentir cómo el temblor invade mis piernas tras cada caricia
que entierras con tus dedos hasta lo más profundo de mis huesos.
Quién diría que terminaría buscándote entre las letras de un poema
sólo para evitar escarbar en la profundidad de mis recuerdos
y que, tras el ocaso del verano, me siento entre nuestras cenizas
tratando de destejer mis sueños de tus cicatrices.
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