En la continuidad de un balcón nocturno,
tras henchidas risas,
sucedió lo evitable entre el bullicio.
Aún tengo encarnado el coste de tu beso.
Quién diría que horas antes,
bajo la mirada de un satélite,
resonarían en mi mente las palabras prohibidas.
Aún las custodio entre sueños.
Después, el impávido amanecer
nos descubrió los cálidos cuerpos,
entre las sábanas.
Aún conservo las ganas en mi piel.
Tras el camino de la tarde
con la complicidad de pasos,
lo dimos todo por hecho.
Aún sumamos días al reencuentro.
Ahora cae la noche ante mis ojos
llenos de recuerdos agotados
y aunque mi memoria aún alcanza para seguirte guardando.
Ya no te encuentro.
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